domingo, 28 de marzo de 2021

POR QUÉ INGERIR POCA AGUA ES CAUSA DE TANTAS ENFERMEDADES


 Muy pocas personas ingieren hoy día la cantidad de agua que el 

organismo necesita para su correcto funcionamiento. Se trata 
de un elemento vital que no puede sustituirse con zumos, 
refrescos, colas, sodas, horchata, cerveza, vino, café, té o 
cualquier otra bebida. El agua no tiene sustitutivos válidos. 
Y el cuerpo necesita un mínimo de dos litros para realizar 
todas sus funciones corporales. No ingerirlos puede ser, de 
hecho, la causa de numerosas dolencias. El dato lo adelantamos 
ya en un reportaje anterior; en esta ocasión profundizamos en 
el asunto y explicamos por qué la falta de agua es causa de 
tantas enfermedades.

Aunque el doctor F. Batmanghelidj es iraní -nació en Teherán 
en 1931- estudiaría el bachillerato en Edimburgo (Escocia) 
formándose posteriormente como médico en la Escuela de 
Medicina del Hospital St. Mary de Londres donde al acabar la 
carrera ejercería inicialmente su profesión. Años después 
regresaría a su país donde, con el tiempo, pasaría a hacerse 
cargo del centro médico de caridad más grande de Teherán, 
lugar donde le pillaría la Revolución de 1979. Aquellos 
confusos momentos de euforia y feroz antioccidentalismo 
llevarían al nuevo Gobierno revolucionario a ordenar numerosas 
persecuciones de las que no escaparía Batmanghelidj al que se 
acusaría falsamente de numerosos delitos, excusa que sirvió 
para que se le confiscaran todos sus bienes y se le 
encarcelara en Evin preparándose su ejecución. Una sentencia 
que se vería aplazada "sine die" al entender pronto los 
"guardianes de la revolución" que les era más útil como médico 
de la prisión.


Pues bien, sería la falta de medios con los que tendría que 
afrontar su trabajo en la penitenciaría lo que le llevaría a 
descubrir algo muy importante -más bien trascendente- que no 
le habían enseñado cuando estudió Medicina. Él mismo cuenta 
que un día tuvo que atender a un preso que sufría enormemente 
a causa de una úlcera péptica y cómo, al carecer de 
medicamentos, pudo ofrecerle sólo consuelo y agua. Fue 
entonces cuando comprobaría, con asombro, que la simple 
ingesta de dos vasos grandes de agua hacía desaparecer en sólo 
8 minutos el fuerte e intenso dolor abdominal que aquel hombre 
padecía. Una mejoría que se mantuvo posteriormente bebiendo 
sólo agua.


Batmanghelidj dedicaría los 25 meses siguientes a preguntarse 
cómo había sido posible aquello y a averiguar hasta qué punto 
el agua era importante en el estrés -un problema habitual en 
la prisión- así como en otras muchas patologías. Sin embargo, 
sería entonces llevado a juicio donde tuvo que responder de 
¡32 cargos! -un número tan disparatado de delitos que ni 
precisa argumentar su falsedad- siendo condenado a muerte. 
Sólo que este médico brillante utilizó entonces un argumento 
que incluso a aquellos revolucionarios fanáticos les pareció 
lo suficientemente convincente como para conmutarle la pena: 
su tratamiento de las úlceras pépticas con agua. Y le 
perdonaron la vida para que pudiese seguir investigando.


Es más, aquel texto sería publicado en 1982 en el Diario del 
Consejo Médico iraní y Batmanghelidj sería liberado lo que le 
permitió huir del país pocos meses después. Al año siguiente 
-exactamente en junio de 1983- ese mismo artículo vería otra 
vez la luz, esta vez en la Revista de Gastroenterología 
Clínica; y resultó tan sorprendente su contenido en Occidente 
que merecería incluso un comentario en la sección de Ciencias 
del New York Times.


Batmanghelidj estaba tan persuadido de la importancia de su 
descubrimiento, de lo que puede prevenir y curar la simple 
ingesta de agua, que ese mismo año de 1983 crearía su 
Fundación de lo Simple en Medicina como vehículo para cambiar 
nada menos que ¡la actual estructura sanitaria! Y sólo cinco 
años después -en 1987- presentaría los resultados de sus 
nuevas investigaciones ante un selecto grupo de investigadores 
del cáncer en Grecia con el sugerente título de El dolor, una 
necesidad para el cambio de paradigma.

INTENTANDO CAMBIAR EL PARADIGMA MÉDICO


A partir de entonces este notable médico iraní dedicaría los 
siguientes años a investigar el papel que juega el agua -y, 
sobre todo, su carencia- en los distintos trastornos del 
metabolismo del cuerpo. Y a explicar a sus colegas sus 
descubrimientos para que supiesen que el origen de muchas 
enfermedades no es otro que una deshidratación crónica del 
cuerpo, es decir, una insuficiente ingesta del agua que el 
organismo requiere diariamente. Encontrándose -como tantos 
otros colegas que en su momento rompieron también los esquemas de lo establecido- con el escepticismo, la incomprensión e, 
incluso, el desprecio. Actitudes que caracterizan a los 
ignorantes... y a quienes, sabiendo que lo se dice es cierto, 
procuran que la información no se difunda para que no merme 
los multimillonarios ingresos de todos esos fármacos 
paliativos que, aunque no curan nada, abarrotan las 
estanterías de las farmacias de todo el mundo.


Él mismo lo narra en el prefacio de su libro Su cuerpo reclama 
agua a gritos en el que denuncia además que la estructura 
sanitaria actual sólo busca vender productos que los médicos 
saben que no curan nada y que recetan sólo porque se les ha 
hecho creer que no se puede hacer otra cosa y no hay solución 
para muchas de las enfermedades que tratan, la mayoría 
catalogadas por la Medicina de "etiología -o causa- 
desconocida". A fin de cuentas, los grandes laboratorios 
farmacéuticos sólo investigan lo que puede producir 
beneficios... pero sin resolver la enfermedad. Porque toda 
enfermedad para la que se encuentra cura es una enfermedad que deja de producir beneficios a la industria farmacéutica. Y 
ésta lo que busca no es sanar a la gente sino ganar dinero con 
las enfermedades vendiendo paliativos.


Que una verdad tan simple no la entienda aún la gente -o no la 
crea- demuestra la fuerza de la propaganda y la publicidad. Lo 
que es posible por el silencio cómplice de los grandes medios 
de comunicación.


No es el caso de Batmanghelidj , desde luego, que también 
denuncia lo que en esta revista hemos dicho tantas veces: las 
facultades y escuelas de Medicina y los sistemas sanitarios de 
los principales países del mundo están manejados -unas veces 
abiertamente, sin disimulo, y otras de forma más discreta, 
desde la trastienda- por quienes controlan la industria 
farmacéutica (que son los mismos que controlan la industria 
petroquímica y la armamentística). ¿Se empezará pronto a 
indagar sobre el alquiler de conciencias individuales e, 
incluso, la financiación de algunos partidos políticos en todo 
el mundo?


Batmanghelidj denuncia además la actitud -y la ignorancia 
médica- de la mayor parte de sus compañeros de profesión que 
terminan optando -dice- por "incorporarse al negocio". Y, 
sobre todo, la de los responsables de las principales 
instituciones sanitarias internacionales, especialmente las 
norteamericanas. De hecho, este médico desencantado de la 
mediocridad mental con que se ha encontrado en su deambular 
cuenta en el libro algunas de sus peripecias en ese sentido y 
cómo tanto la Asociación Médica Americana (AMA) como el 
National Institutes of Health (NIH) norteamericano decidían no 
aceptar siquiera un diálogo para valorar la veracidad de sus 
afirmaciones. Siendo una de las excusas para no entrar a 
debatir la cuestión que no había dinero para valorar si el 
agua puede prevenir o curar enfermedades. Fantástico argumento
científico para decidir algo cuya demostración no requiere 
apenas inversión -se trata de dar simple agua- y que no 
entraña peligro alguno -el agua carece de efectos secundarios 
negativos.


Y es que lo que Batmanghelidj asevera es simple pero 
absolutamente revolucionario: asegura que ¡la mayor parte de 
las enfermedades las causa la carencia crónica de agua! Es 
decir, son consecuencia de no beber la suficiente cantidad de 
agua cada día (lo reiteramos: diariamente). Obviamente, buena 
parte de los lectores pensará que eso no puede ser verdad, que 
no puede ser tan sencillo. Y, sin embargo, Batmanghelidj no 
hace esa afirmación de forma gratuita: la fundamenta 
científicamente.


Por eso no alberga la más mínima duda al afirmar con 
rotundidad que el agua es la mejor medicina natural para gran 
número de las llamadas enfermedades. Basta para constatarlo el 
hecho de que todas las funciones del organismo dependen del 
flujo de agua en el cuerpo. De ahí que lo que para muchos 
médicos es un "cuerpo enfermo" para Batmanghelidj no sea en 
muchas ocasiones sino un "cuerpo sediento" al que se puede 
devolver la salud dándole simplemente la cantidad de agua 
adecuada.


¿Tan difícil es de aceptar? Pues quizás le ayude recordar que 
el 75% de nuestro cuerpo es agua. Y que originariamente 
procedemos del mar. Es más, nuestra sangre tiene la misma 
composición que el agua de mar. Luego, ¿cómo va a costarnos 
entender que la deshidratación crónica puede provocar el 
deterioro -a veces de forma irreversible- de numerosas 
funciones orgánicas? ¿O es que desconocemos que los múltiples
papeles químicos que se desarrollan en nuestro cuerpo son 
imposibles si no hay agua suficiente?


Los médicos, evidentemente, lo saben. Pero suelen olvidarlo 
cuando atienden a sus pacientes. O quizás sea verdad la 
afirmación de Batmanghelidj de que en realidad a sus colegas 
no se les ha explicado suficientemente los múltiples papeles 
químicos del agua en el cuerpo y que la deshidratación provoca 
a veces la pérdida de algunas funciones.


Pues bien, como quiera que cada función del cuerpo está regida 
y sujeta al flujo del agua se entenderá que el organismo la 
gestione muy cuidadosamente ya que es la única manera de 
garantizar que haya suficiente para que los nutrientes lleguen 
a todas partes y las distintas funciones bioquímicas tengan 
lugar. Obviamente, cuando eso no sucede, cuando no dotamos al 
organismo de suficiente agua, la que hay se destina a los 
órganos más vitales: cerebro, pulmones, hígado, riñones y 
glándulas tienen prioridad sobre músculos, huesos y piel en la 
distribución sanguínea. De ahí que si esa situación se 
mantiene durante largo tiempo haya órganos que puedan resultar 
afectados por la escasez:.

EL AGUA HIDRATA, LOS DEMÁS LÍQUIDOS NO


Quizás piense usted que si el organismo precisara realmente 
más agua... le "avisaría" haciéndole tener sed. Y es cierto. 
Pero no lo es menos que en esta sociedad consumista son muchas las personas que cuando tienen sed... toman líquidos, no agua.


Es decir, beben zumos y refrescos industriales, aguas 
carbonatadas, colas, sodas, gaseosas, horchatas, granizados, 
cerveza, vino, leche, café, té, alcohol, etc. Y tales líquidos 
no son sustitutivos del agua natural. Porque todas esas 
bebidas contienen agua, es verdad, pero en muchas los demás 
elementos que contienen son agentes deshidratantes. Es decir, 
cuando se ingieren el organismo elimina el agua que 
contienen... y mucha más. Y es que todos poseen una fuerte 
acción diurética. Entiéndalo bien pues: el único líquido que 
realmente hidrata el cuerpo es el agua.


Batmanghelidj lo explica con numerosos datos. Por ejemplo, 
¿qué sucede si bebemos mucho café o bebidas que contienen 
cafeína, como el té o las colas? Pues que los estimulantes que 
contienen provocan una fuerte acción diurética y además actúan 
sobre el sistema nervioso central sobreexcitándolo y privando 
al cuerpo de su capacidad para formar energía hidroeléctrica. 
Además, el exceso de cafeína anula la formación de moléculas 
ATP -las encargadas de proporcionar energía al cuerpo (vea el 
artículo sobre Sodi Pallarés en este mismo número para ampliar 
la información)- algo que afecta sobre todo al cerebro y 
causar fatiga crónica y cansancio del músculo del corazón a 
causa de su excesiva estimulación.


Cabe añadir que la creencia de que la "boca seca" es el único 
signo de deshidratación del cuerpo es falsa. Esa señal es en 
realidad -siempre según Batmanghelidj- "el último signo 
externo de una deshidratación extrema". Es más, afirma con 
rotundidad que un cuerpo puede sufrir de deshidratación 
incluso aunque la boca esté totalmente húmeda.


En suma, es importante prestar tanta atención a la cantidad y 
calidad de lo que se come como a la cantidad y calidad de lo 
que se bebe. A este respecto, el doctor Batmanghelidj afirma 
que igual que tenemos "dolor de hambre" tenemos también "dolor de sed"; y en este caso el agua es la única sustancia efectiva 
para aportar alivio. En esas situaciones lo que quiere el 
cuerpo, lo que necesita, lo que pide, es agua y sólo agua.

CUANDO EL CUERPO TIENE SED... LOS MÉDICOS LE DAN FÁRMACOS


El doctor Batmanghelidj asegura, en definitiva, que una 
deshidratación crónica causa muy diferentes síntomas: dolor, 
picor, inflamación, hormigueo, etc. Y que en dónde se 
manifiesten éstos depende de la zona del cuerpo en la que la 
escasez de agua sea más evidente. Asimismo, asegura que cuando esa deshidratación es prolongada el problema en esa zona se 
agrava y termina provocando una disfunción, una patología; lo 
que llamamos una enfermedad.


El drama, según Batmanghelidj, es que a los médicos no se les 
ha explicado esta cuestión tan simple y sencilla y se dedican 
entonces a acallar esos síntomas -que no son en realidad sino 
las señales de sequía del cuerpo- con productos químicos. Un 
tremendo error porque no se ataca la raíz del problema y 
encima se intoxica el organismo con productos tóxicos que 
envenenan las células.


Para Batmanghelidj, pues, los dolores crónicos del cuerpo que 
no puedan ser explicados como una lesión o una infección 
deberían en primer lugar y sobre todo ser interpretados como 
señales de una reducción crónica de agua en la zona donde se 
localiza el malestar. Y esos dolores crónicos incluyen el 
dolor dispépsico (gastritis, duodenitis, úlcera péptica...), 
el dolor artrítico reumatoide, el dolor de angina, el dolor 
lumbar, el dolor de las piernas al andar, los dolores de 
cabeza -especialmente la migraña y los de la resaca- y las 
colitis. A su juicio, todas esas dolencias deberían tratarse 
sólo bebiendo abundante agua. No menos de dos litros y medio 
cada 24 horas durante algunos días. Los analgésicos lo único 
que hacen es ocultar la señal de deshidratación local y 
crónica del cuerpo.


"La nueva verdad científica -dice Batmanghelidj- es que es el 
solvente -el agua- quien regula todas las funciones del 
cuerpo, incluida la actividad de todos los elementos que 
disuelve y conduce". Agregando que el cuerpo necesita como 
mínimo entre 6 y 8 vasos grandes de agua al día. Deberíamos 
pues tomar diariamente uno o dos vasos de agua de 200 ml. nada 
más levantarnos de la cama, otro media hora antes de la comida 
y de la cena, y otro más dos horas y media después de cada una 
de ellas. Asimismo, se recomienda tomar entre dos y tres vasos 
más a lo largo del día.

¿CÓMO SABER SI ESTÁ DESHIDRATADO?


Como quiera que la "boca seca" no es sino el último síntoma, 
el que indica que el organismo ya no puede funcionar 
correctamente si no se le proporciona agua, le explicamos cómo 
saber si su cuerpo tiene sed según el doctor Batmanghelidj. Y 
es simple: fíjese en el color de la orina y compruebe si 
normalmente es incolora o ligeramente amarilla; si es así no 
hay problema. Ahora bien, si normalmente es amarilla oscura o, 
incluso, de color naranja usted se está deshidratando. Ese 
color oscuro significa que los riñones están trabajando duro 
para eliminar las toxinas del cuerpo y la orina está muy 
concentrada. Además, es verdad que los riñones tienen la 
habilidad de concentrar la orina pero esa capacidad no debe 
usarse en su estado límite como norma so pena de provocar 
daños en el riñón.


Batmanghelidj asevera también que cuando un cuerpo está 
deshidratado los procesos fisiológicos que se establecen son 
los mismos que cuando uno sufre estrés. Y es que la 
deshidratación es precisamente el principal estresante de toda 
materia viva.

EL PAPEL DEL AGUA


Batmanghelidj incide mucho en algo cuya importancia parecen 
ignorar -o no valoran en su justa medida- sus colegas: el 
hecho de que el agua no es simplemente el solvente, lo que 
llena el espacio entre la materia sólida (lo disuelto). La 
idea de que el cuerpo es como una gran "probeta" llena de 
sólidos de naturaleza diferente y el agua del cuerpo la 
materia que la envuelve pero cuyo papel es insignificante es 
un error tan grave que ha impedido comprender cómo funciona 
realmente el metabolismo. Aún hoy hay muchos médicos y 
científicos que siguen pensando que son las sustancias 
disueltas en la sangre y en el suero del cuerpo las que 
regulan todas sus actividades. Cuando, en realidad, sobre el 
agua -y sobre su papel en los procesos bioquímicos y 
bioenergéticos- no se ha sabido casi nada hasta hace muy poco 
tiempo (véanse los artículos publicados anteriormente). El 
hecho de que se trate de un componente abundante y normalmente fácil de obtener -la verdad es que no es así en muchos lugares donde el agua es un lujo- hizo que no se estudiara a fondo su 
papel y que no se tuviera en cuenta la posible implicación de 
su carencia en muchas enfermedades. Es decir, a quienes 
estudiaron inicialmente a fondo el funcionamiento de nuestro 
cuerpo se les escapó su importancia real y, sobre todo, lo que 
a nivel funcional implica su carencia continuada.

Nadie, hasta Batmanghelidj, pensó que un organismo podía estar deshidratado y ser esa la causa de numerosos fallos o patologías. ¿Cómo 
iban a caer en ello si en el organismo el 75% es agua y ésta 
se encuentra en todas partes? No coligieron, sin embargo, que 
los líquidos con que mucha gente pretende apagar la sed e 
hidratarse... no sólo no cumplen ese cometido sino que además 
deshidratan, como ya hemos explicado. Y no cayeron en la 
cuenta tampoco de que precisamente porque el 75% del cuerpo es agua la importancia de que haya suficiente es aún mayor. El 
cerebro, por ejemplo, está constituido en un 85% de agua.


En suma, Batmanghelidj no duda de que la deshidratación 
crónica es en realidad la causa de buena parte de las llamadas 
enfermedades. Y argumenta que eso explica por qué la mayoría 
siguen siendo para muchos médicos y científicos de etiología o 
causa desconocida. Y por qué son incapaces de curarlas. "Basta 
consultar cualquier texto de medicina para comprobar que a la 
hora de explicar las causas de las enfermedades más extendidas 
todo es palabrería. Se utilizan centenares de páginas para 
terminar diciendo siempre lo mismo: etiología desconocida".


Hoy casi todos los tratamientos médicos, salvo las infecciones 
que se tratan con antibióticos o la cirugía reparadora, son 
paliativos. Los médicos no saben curar un simple constipado o 
una gripe pero tampoco las alergias, la hipertensión, el asma, 
las úlceras pépticas, la artritis, el Alzheimer, el Parkinson, 
la esclerosis múltiple, el cáncer... y así un sinfín de 
"enfermedades". "¿Cuándo entenderán mis colegas -se pregunta 
Batmanghelidj- que la mayoría de las llamadas 'enfermedades 
degenerativas' se deben muy probablemente a una deshidratación crónica? ¿No les basta para constatarlo mi éxito al tratar 
sólo con agua a más de 3.000 pacientes que padecían úlcera 
péptica? ¿Por qué no entienden que lo mismo pasa con otras 
muchas patologías?¿Se debe esa resistencia al hecho de que lo 
que postulo hace evidente que la práctica de la medicina 
clínica se basa en una hipótesis falsa y en una premisa 
inexacta?"


Conviene aclarar de nuevo que Batmanghelidj se refiere siempre 
a una deshidratación crónica, a la falta de agua de manera 
continuada en el tiempo. Y que, consecuentemente, bastaría 
ingerir la suficiente cantidad de agua diariamente para 
evitarla.


Debe entenderse, asimismo, que la falta de agua puede llevar a 
una situación de deterioro físico que impida revertir el 
proceso de degeneración causado por su carencia. Por tanto, si 
bien la ingesta de agua prevendría en principio la aparición 
de la mayoría de las enfermedades y puede detener los procesos 
degenerativos en marcha... cuando el deterioro es total no 
puede revertirse el problema de la misma manera que usted no 
puede recuperar una mano amputada. En cambio, sí puede detener el proceso degenerativo.


Obviamente, tampoco pretenda resolver su problema si padece un
proceso degenerativo en diez días dedicándose a beber litros 
de agua. Se trata de rehidratar el cuerpo bebiendo agua 
suficiente cada día. No se equivoque. 

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